Desde el año 2005 se conmemora el Día Internacional contra la HomoLesboBiTransfobia recondando el 17 de mayo de 1990, cuando la OMS desclasificó la homosexualidad como una enfermedad mental.
Originalmente conocido como IDAHO (International day against homophobia), la fecha fue incluyendo las otras identidades en los años posteriores. Cuando se trata de identidades y de autopercepciones cualquier listado es incompleto y con el surgimiento de nuevas voces visibilizando sus identidades en los últimos años, seguramente el nombre volverá a modificarse.
La intención de la fecha, sin embargo, mantiene su objetivo de promover la eliminación de cualquier forma de violencia, estigma y discriminación hacia las personas que no se identifican como heterosexuales.
A pesar de los avances en el país es una tarea que aún tiene mucho por delante. Por un lado es necesario que las normas legales se cumplan y para ello, como en todas las leyes con enfoque de derechos humanos en temas de disputa, es necesario capacitar a funcionarixs públicos, informar a la comunidad y hacer monitoreo social para que se cumplan las normativas. Con el giro hacia la derecha de muchas sociedades, a una mirada más individualista, es necesario además defender las leyes y otras normas menores ganadas para que no sean derogadas. La experiencia de Estados Unidos con el aborto es bastante gráfica de esos riesgos.
Pero el cambio cultural, sostenido por ese marco legal antes mencionado, es el más importante. Cambiar esa percepción, en la que hemos sido educadxs, que supone a las identidades no heterosexuales como de menor calidad, de menor valor y que plantea un reconocimiento de las mismas pero nunca igualdad en derechos, es lo que va a generar el cambio real.
Hace poco alguien de la política volvió a reclamar que le parecía bien la union civil entre parejas del mismo sexo pero, “¿Por qué llamarla matrimonio?». En esos reclamos, que no dejan de aparecer, se dejan ver claramente los privilegios que aún sostienen quienes siguen oponiéndose a los derechos básicos. Incluso allí aparecen aliadxs que defienden la igualdad, pero no siempre y no para todo.
Este cambio cultural también debe llegar a muchas personas LGBT, queers y no binaries, que nacidas y criadas en esta sociedad aún tienen naturalizadas ciertas prácticas sociales que justifican la discriminación («no llamamemos matrimonio a nuestro casamiento civil») o son mecanismos de defensa profundamente arraigados (evitar cualquier gesto de afecto con la pareja en público, esconder la identidad en el trabajo o en organiusmos públicos por miedo a represalias).
Cuando se discutía la ley de matrimonio igualitario el lema de las organizaciones era «Los mismos derechos con los mismos nombres». Eso mismo debe repetirse cada vez que se discute un derecho y cada 17 de mayo es necesario volver a repetirlo.
Por: Sergio Maulen
Coordinador del Proyecto de Salud Materno Infantil en Surcos.
sergiomaulen@proyectosurcos.org